(Foto: Antes de su encarcelamiento por delitos sexuales, Naasón Joaquín García predicó a grandes audiencias en los Estados Unidos, México y en América Central.)
Por Pete Evans, con Luís Treviño
Un momento en el tiempo: una cálida mañana de domingo, primavera, 2019.
Nosotros (Luis y Pete) vamos a una iglesia de Dallas y nos damos cuenta de que está lejos de ser un santuario “normal”. Somos conducidos dentro del templo y en medio de la arquitectura costosa, probablemente valorada en millones, inmediatamente notamos un trono dorado, cubierto de terciopelo, al frente y en el centro del escenario, levantado sobre varios escalones como si fuera un verdadero trono del rey. En el trono están grabadas las iniciales—no de Jesucristo como uno podría esperar—sino de N. J. G., Naasón Joaquín García, el “apóstol ungido” de la 3ra generación de la organización a nivel internacional de la iglesia La Luz Del Mundo (LLDM).
(Foto: La Luz Del Mundo en Dallas una vez que terminó el servicio de adoración, 2023.)
Poco sabíamos en ese momento, que este llamado apóstol (de la apostasía) ya estaba bajo investigación por varias agencias judiciales en los Estados Unidos por tráfico sexual, abuso sexual de menores, tortura psicológica, violación de menores de edad, pornografía infantil, cópula oral con un menor de edad, control por manipulación, etc., etc. Apenas unas semanas antes de que Jeffrey Epstein fuera arrestado por cargos de tráfico sexual, Naasón Joaquín García fue arrestado al bajar de su propio jet privado en Los Ángeles.
Como novatos obvios, incluyendo a uno no latino, somos interceptados y se nos da un trato especial y nos colocan en una fila trasera en bancos de madera. Los ujieres amigables hispanos nos animan a usar nuestros boletines impresos, leer y cantar junto con la congregación aparentemente pobre pero bien vestida y probablemente trabajadora. Las mujeres están vestidas modestamente de blanco, con faldas largas y tocados transparentes de diferentes colores, y los hombres están vestidos con atuendos formales de negocios, con abrigos y corbatas.
El sermón y el canto parecen conducir a un punto central climático del servicio cuando, fila por fila, bajo la dirección de los ujieres, cada uno de los miembros de la congregación, excepto nosotros dos visitantes, comienzan a formar dos líneas de una sola fila, una sección para las mujeres y otra para los hombres, y pasan frente al trono depositando sus diezmos y ofrendas y regresando a sus asientos. No nos vimos obligados a hacerlo.